lunes, 22 de febrero de 2016

Jornada de pesca en la Rivera de Gata


 En entradas anteriores en este blog, he hablado en muchas ocasiones de esta bonita rivera. Su buena y bonita ubicación, su buena accesibilidad, su buena conservación por parte de sus habituales 
pescadores, además de las acciones de adaptación de la actual Sociedad de pescadores Virgen de la Vega, conscientes de esta maravilla fluvial, intentando conservar ante todo el valor y el habitat natural de sus muchas especies piscícolas autóctonas, hacen de este tramo de río, uno de los escenarios mas atractivos, bonitos y cómodos para disfrutar del deporte de la pesca de toda la provincia cacereña. 



Margen derecha de la Rivera de Gata vista desde el puente


En sus aguas, predominan sobre todo especies como el barbo común, el cacho, cachuelo y la boga, (en su variedad chondostroma polylepis o boga del Tajo) aun que no faltan calandinos (rutilus alburnoide) y tencas.


La carpa también hace presencia en estas aguas, predominando la común, aunque ha tenido introducciones de pesca con carpas royales de variedad cuero e incluso se capturan algunos ejemplares de carpa de galicie


                             

 El carpín, aunque en menor número también vive en estas aguas con estas especies compartiendo las pozas más profundas del río con las astutas tencas.


 Aunque no faltan tampoco en sus aguas las empachosas gambusias y algún que otro centrarquido como el bass.


Este tramo de río, desde  la estación de la Primavera hasta bien entrado el Otoño, es un escenario ideal para intentar pasar una agradable jornada de pesca en cualquiera de sus tramos.


 Sin embargo, el Invierno es crudo para su pesca, las aguas están frías y claras y la actividad de los peces es casi nula. 
Zona de la Alambrada  









Con las primeras crecidas, la situación cambia y son los grandes ciprinidos los que son tentados con la pesca a fondo y el legering con cebador. A medida que el empuje de las aguas va perdiendo fuerza, pescadores con largas enchufables hacen presencia en sus aguas. reteniendo con boyas de elevados gramajes. Mi relato hoy es precisamente con la utilización de este tipo de cañas.




 




               

Días atrás había quedado con mi compañero de fatigas Carlos, a él le encanta esta Rivera y sobre todo además de pescar en ella, disfrutar de su día de pesca.



Una buena comida campera, unas latas de cervezas y una buena compañía, le es más que suficiente para disfrutar de una tarde de domingo haciendo al lado del río lo que le gusta, pescar.



 Carlos en el puesto de pesca de la tarde de hoy

Habíamos quedado sobre las doce de la mañana, en unos puestos de pesca cercanos a la zona de la curva, la escusa era probar dos cañas enchufables. Antes de llegar a ella, nos encontramos con algún que otro pescador poco contento aún con el día de pesca, ya que, la mañana no había estado muy productiva en cuanto a capturas.


 Esta zona de la curva tiene frente a ella la entrada de un regato que vierte sus aguas a la Rivera.

 Una vez montados los puestos de pesca, nos dispusimos a cebar. La Rivera traía el agua clara aunque no en exceso, la capa superficial del agua se rizaba constantemente por las constantes rachas de aire que aparecían por momentos, desviando lateralmente las largas cañas encajables.


Pensando en la entrada del regato que teníamos unos metros más abajo, en la mezcla de cebado de hoy, teniendo en cuenta las pasadas lluvias de la semana pasada, la composición principal iba a ser a base de tierra.


Tierra de vega tamizada de la misma orilla, pellet de 4mm de pienso para pollos, granulado, en seco, sin humedecer (esto facilitaría la apertura de las bolas de engodo en la corriente) y, añadiéndole después larvas de gusano y unas lombrices picadas para la mezcla, terminando esta mezcla, con una cantidad suficiente de pan para aglutinar la bola de pasta.


 La profundad, a unos 11 metros y medio (valoración métrica por tramos de caña) profundidad de unos 140 a 160 cm, dependiendo del irregular fondo en la zona elegida hoy y con una corriente el día de hoy lo suficiente para usar flotadores de carga de mas de 1.5gramos, Un bajo de línea montado con hilo de 0.12  albergando en él, un anzuelo del fino hierro del 20 y 22 respectivamente, iba a ser el aparejo  que de momento, queríamos usar. 


El cebo, una larva de gusano o una pequeña lombriz roja, insertada mínimamente bajo la fina piel, intentando deteriorar el cebo lo menos posible y en la pesca de corrido, reteniendo a intervalos regulares e intentando provocar la picada, empezamos a hacer las primeras retenciones en cada una de las pasadas.


 Las primeras capturas no tardaron en aparecer, los flotadores desaparecían entre el agua de la rivera y bonitos peces entraban  al reclamo  de un pequeña larva de gusano o en ocasiones algún barbo mordía la lombriz. 

                       
                                              El barbo, pieza muy común en estas aguas


  Después de una hora pescando, llega el momento de la comida, "merienda al canto", cebando antes de  ausentarnos del puesto, para, como el mismo dice, "tenerlos entetenios" y de nuevo, disfrutando  no solo de pescar,

                                   

                                         Algunos peces capturados antes de comer, devueltos al agua


 Pasada una media hora, el puesto espera y de nuevo cañas en mano, montando el kit copela, cebamos la corriente con la misma mezcla de inicio y entre risas y bromas mundanas, algún que otro pez esperaba a picar cuando no había mucho bullicio en la orilla, ya que las visitas fueron muchas y las explicaciones, en ocasiones de algunas de ellas, sobraban.



 Al final de la tarde, en invierno estamos y, el frío, se hacia notar, el resultado era de esperar y, los peces dieron la cara, más de 90 ciprínidos nos hicieron pasar una agradable y tranquila tarde de domingo de finales de Enero. La jornada agradable y, si los peces pican, pues mejor que mejor.





Zona nueva de la Rivera de Gata, recientemente adaptada.