miércoles, 27 de abril de 2016

Pescando aguas abajo


 Con una primavera lluviosa como la que hemos tenido este año, con los primeros días soleados, en muchos de los rincones de la Sierra de Gata, se pueden ver bonitas estampas primaverales para poder disfrutar de su rico entorno natural.

Cualquiera de sus pequeños arroyos descargan en sus riveras una gran cantidad de agua, suficiente para que, su cauce, vaya rebosante de alimento y vida para muchas especies piscícolas,

Este, es el inicio de una estación en la que, la actividad de los peces aumenta. Durante este tiempo y después de un largo invierno, necesitan reponer fuerzas y comienza el ciclo anual para la mayoría de ellos, en el que, empieza su época de reproducción, su época de freza.

Los primeros ciprínidos se muestran muy activos con los primeros días soleados, es el caso de la boga y el calandino.  La trucha sale de su escondrijo y, aunque camuflada en las pequeñas pozas de la rivera, busca la oportunidad de conseguir el alimento. Y el precioso barbo, pastorea ya, cercano a la desembocadura de las riveras, esperando su cercano y pronto remonte. 

 Sea como sea, solo mirar detenidamente el sonido de sus aguas movidas, te da por pensar en las cantidad de oportunidades que, en ese momento, el río, está de modo natural, ofreciendo al pescador bajo ellas.


 En estas riveras, sus aguas son a menudo cristalinas, sus corrientes sostenidas y cualquier mínimo error, por mínimo que sea, va  a delatar nuestra presencia al astuto pez, que percibe, por medio de sus muchos sensores cualquier  mínima señal cercana al río y sus inmediaciones.
Quizá, uno de los mayores problemas en esta somera corriente sea el gran empuje de la sus aguas y la escasa profundidad, añadido esto a la extrema riqueza de sentidos que posee este intuitivo y esquivo animal en su medio.

Cualquier medio, sombra u objeto colorido que baja aguas abajo, que pueda llevar la corriente, posiblemente delatara su desconfianza para tomar el cebo y asociara su presencia a un seguro peligro.

 Esta pesca que se realiza en corrientes, es distinta, bonita y grata cuando existe actividad de peces, cuando no muestran su desgano, pero difícil de entender y realizar hasta que no sabes "leer el río".
Es algo que conocen muy bien los veteranos y experimentados trucheros.

La corriente del río y su cauce, te delatan en todo momento la mayoría de las irregularidades que se presentan en el lecho del río por el que baja su caudal, solo hay que saber leerlas y formarse una imagen mental de las zonas en las que, según la estación, temperatura y caudal pueden estar en cada momento los peces.

Siempre que me acerco a una determinada zona a pescar, ya sea río, rivera o pantano, me gusta antes de nada preguntar y sobre todo escuchar a experimentados pescadores del entorno, sin intención de conocer sus trucos de pesca pero sí, aprender un poco de sus experiencias y, siempre llego a la clara conclusión de que, de todo se aprende y sobre todo, de este tipo de pescador que va al río con lo puesto y con su clara idea de no probar más que lo que conoce. Su espíritu de conexión con el río es tal, que le busca las formas y maneras de desarrollar y realizar lo que lleva años haciendo, o lo que es lo mismo, en lo que cree, en su instinto de observación, su sentido del agua y lo más importante, su confianza en si mismo.

  Estos son valores que muchos conocen y diferencian a un autentico pescador, de uno construido y siempre he sido de un claro pensar en este tema, si eres capaz de creer en lo que haces, desarrollar la pesca de una manera propia y con las suficientes ganas y llevando a cabo tus propias ideas sobre lo que realizas, a parte de los muchos calificativos personales que se le podamos añadir, cada uno de nosotros, este deporte es, una filosofía de vida.

La pesca en corrientes.

Esta vez, mi toque personal en estas riveras está relacionado con sus señalizadores o delatadores de picada, sus boyas o flotadores, fabricados de una manera artesanal, sin coloridos ni reflectantes sin grandes acabados, solo unas capas de tapaporos y barniz final para evitar por completo las cargas de agua.

Evitándoles incluso hasta las antenas llamativas y las quillas largas, añadiéndoles unas más cortas, en ocasiones de metal para mejor posicionamiento en corrientes agitadas y con la particularidad de cambiarlos en un momento sin necesidad de desarmar parte del aparejo.

Flotadores que desatarían la risa de más de uno, pero que seguro que, ya algunos, entiendan claramente la razón de su porqué.

 Y, en este tema, esta, es hoy, mi versión personal.

Flotadores de corcho para corrientes

El día de pesca

En el día de hoy me acompañan mi hijo Pablo, y como no, Antonio. Nuestra intención es pasar la mañana en la Rivera. La boga empieza a desplazarse aguas arriba buscando sus lugares de freza y es buen momento para tentar a estos escurridizos ciprínidos.

Las agitadas y turbias aguas después de las lluvias del día de ayer en las que nos encontramos hoy,  no nos dejan apreciar  nada de lo que ocurre en el fondo del lecho del río, aunque de suponer es que peces debe de haber ya que, esta parte del río, presentaba una preciosa corriente  hoy con excesivo empuje.

 Las cañas a utilizar serían boloñesas y cañas fijas con elástico interior por si nos aparecía en el escenario, algún buen ejemplar de barbo común, que mirando detenidamente el caudal que llevaba la rivera no seria de extrañar.

De cebo, en la mañana de hoy, íbamos a utilizar, larvas de efímeras (gusarapas), lombrices y larvas de moscarda (asticot) y cáster.

El pez buscado, sin lugar a dudas era la boga, la boga del Tajo y claro está, este pez comparte hábitat con otros ciprinidos en este río, como son el calandino, el cacho y el barbo y entre sus más escondidas pozas y rocas salientes, al aguardo, siempre se encuentran algunas de las escurridizas truchas de esta rivera.


La boga, pez muy común en estas limpias y claras aguas


Encontrándonos con un elevado empuje de corriente que desplazaban nuestros aparejos a una gran velocidad río abajo, hubo que hacerles a nuestros montajes unas modificaciones y ajustes de emplomadura, siempre dirigidas hacia la parte del anzuelo para ganarle esos metros a la corriente que necesitábamos para conseguir que, nuestro cebo llegara abajo al fondo lo antes posible y ganarle a la corriente esos metros tan necesarios para un rápido y correcto posicionamiento.

Como ya dije en un articulo anterior, dada la calidad de las aguas de esta rivera, aun conserva algunos de los peces autóctonos que siempre poblaron sus aguas, es el caso de la trucha de fario, es este un pez que aún goza de un buen número de ejemplares todavía en estas aguas y aunque prohibida su pesca en ella, no dejan de entrar a nuestro cebo alguna que otra que, deben ser devueltas al agua nada más ser capturadas.



 No es extraño en esta ribera la captura de alguna temprana trucha, esta fue la primera captura de la mañana.

 Utilizando flotadores de no más de 0,70 gramos, en unas aguas tan movidas, el control del flotador, con unas banderas tan largas sobre las punteras de las cañas, ya sea boloñesas o fijas telescópicas, dada la complejidad del escenario, no resulta tarea fácil, sin embargo, la constancia, unida a una extrema paciencia tensionando en cada uno de los corridos, al final, acabó, dando sus frutos.

Pesca a pulso, pescando al corrido, ajustando las pasadas una corriente variante y con irregular fondo, hoy con el agua algo turbia, haciendo en cada una de ellas una imagen mental e intentando no confundirse con los repentinos anclajes en el lecho de las confusas falsas picadas, iban  saliendo bonitos peces que nos iban introduciendo cada vez más en el encanto de una placentera mañana en las aguas de la rivera  de Acebo.




               Antonio, acercando hacia la orilla un buen ejemplar de barbo clavado en su anzuelo.





Antonio y Pablo con un par de bonitos ejemplares de barbo común


Al final de la mañana, las capturas, sobre la fresca hierba durante unos segundos, nos ofrecían una agradable visión del trabajo bien hecho. Grandes bogas del Tajo y algunos barbos que rondaban el kilo de peso, entraron a nuestro reclamo, que aunque estos, están a punto de empezar su ciclo, en estas aguas aún frías, intentaremos tentarlos en una próxima jornada que, esperemos nos brinde esas bonitas satisfacciones que nos ofrece con sus carreras corriente arriba tras su picada, tan majestuoso animal.

 Pero eso, queremos volver a intentarlo y será para una jornada que estamos deseando ya vivirla, experimentarla y si podemos, también relatar.  

lunes, 18 de abril de 2016

La boga del Tajo - La Rivera de Acebo

 Polylepis chondrostroma  o boga del Tajo





Este bonito ciprinido es endémico de la cuencas del Tajo. Es una de las seis especies de boga que se encuentran actualmente en nuestro país.

 En la parte occidental de la península se encuentran tres de ellas, la boga del Duero, (chondrostroma dauriense), la boga del Guadiana (chondostroma willcommii) y claro está, la boga del Tajo (chondrostoma polylepis),

Las otras tres especies están expandidas por el cuadrante nort-oriental todas ellas relacionadas con la chondrostroma toxostoma que vive en los Pirineos, estas son: la Madrilla (chondrostroma miegii), cuencas de la vertiente cantábrica, la Madrija chondorstroma turiense ) propia del Turia y la Loina chondrostroma arrigonis) de la cuenca del Jucar.


Es un precioso pez, perteneciente a la familia de los ciprinidos, de cuerpo alargado, sus flancos , plateados están  recubiertos de muchas y pequeñas escamas, tiene una fuerte cola y unas aletas dorsales y ventrales bien desarrolladas, tiene un hocico prominente y bajo él, en su parte más inferior, está su abertura bucal.

Su cuerpo, estilado y a pesar de su tamaño es musculoso y vigoroso, sus movimientos son nerviosos y ágiles, es por ello uno de los ciprínidos más perfectos y mejor adaptados para superar obstáculos en el remonte de ríos y arroyos.

La hembra de boga alcanza su madurez sexual a partir de los dos o tres años. Sus puestas suelen oscilar entre cantidades de 1000 a 7000 huevas según los expertos y su longevidad, dependiendo de la temperatura del agua, pude llegar cercana a los diez años.

 Se adapta perfectamente a los embalses siempre y cuando, sus aguas estén bien oxigenadas tengan unos ríos tributarios para poder remontar en su época de freza,



Su talla varía mucho según su hábitat, he llegado a capturar ejemplares de más de 40 cm de largo y de peso superior a los 500 gramos en la represa del embalse de Borbollón, conocidos estos, comúnmente como nasones o en ocasiones, erróneamente llamados bogas de cieno.

 Su comportamiento, suele ser gregario, sobre todo en la época de freza. Los individuos más grandes  de esta especie de boga del Tajo, llegan a convivir perfectamente con otros ciprinidos con el barbo e incluso en muchas ocasiones, ejemplares de las dos especies comparten el mismo grupo, conviviendo  y desplazándose juntos.



 Tentando la boga en la rivera de Acebo

He oído decir a experimentados pescadores de este ciprínido que, detrás de un buen grupo de bogas siempre hay más de un gran barbo, que se mueven a su alrededor, como pastores que cuidan de su rebaño.

Después de unos años en que, este ciprínido ha sufrido una autentica recesión, tanto por las barreras humanas como la destrucción de parte de su hábitat, así como por la penosa introducción sin control de especies invasoras, actualmente, la concienciación de una gran parte de pescadores deportivos por mantener este pez autóctono todavía en ciertos lugares vírgenes, ríos y riveras en la Sierra de Gata. Por suerte, de unos años acá, está viviendo un ligero repunte su población.

Pero para disfrutar de su  pesca, qué mejor que, vivirla en su estado más autentico, puro y deportivo.
que no es sino más que, buscarla en las bonitas y todavía puras riveras de la Sierra de Gata.



Tramos de agitadas corrientes son muy comunes en la parte alta de esta Rivera

En sus claras y cristalinas aguas, en los remansos arenosos y de gravilla se encuentran estos ciprínidos remontando las claras aguas acompañadas de barbos y algunas truchas.

Había oído en muchas ocasiones de las grandes bogas que remontan algunas de sus riveras, pero en especial había una que destacaba por el tamaño de estos peces, esta es la Rivera de Acebo.

 Más de un andarrío rivereño se mostraba algo distante cuando se le preguntaba por ello, sin embargo, mi trabajo en la zona me daba una cierta posición fiable al frecuentar estos tramos.



Quería pasar unos días pescando estos bonitos peces y conocer sus naturales tablas de puesta y aunque había oído hablar de algunos de los sitios preferidos por ellas, pensé que mejor conocerlos de la mano de uno de los mejores y más intuitivos pescadores de sus riveras, que tras algunas tardes coincidiendo con él, en una de sus zonas preferidas cercanas al puente, enseguida pude ver que sabía de sobra lo que hacia, este es Antonio,


Coincidíamos en muchas cosas, pero además de ser un experimentado pescador de corrientes, como pude comprobar, en más de una ocasión,viendo la inactividad que tienen los peces por momentos a lo largo del día, le vi meterse en el río, descalzo, aguas abajo, en busca de cebo natural, cebo del mismo río.


Eran larvas y gusarapas que viven en estas aguas, la fuente natural de alimento que buscan nuestras deseadas bogas.




Sus cristalinas aguas son un claro impedimento para el pescador

En aguas tan claras, con tanta fuerza en la corriente y pescando con un flotador que no sobrepasa los 0.50 de gramaje, a simple vista no parece tarea fácil, 

Sin embargo, en estas aguas tan movidas, con agitadas corrientes estos experimentados pescadores saben desempeñar bien su cometido pescando en ellas.

El empuje de la corriente es tal, que a veces incluso me da la impresión que el clavado es tan difícil que, con esa rápida pasada de cada flotador, el pez tiene un cortísimo espacio de tiempo para efectuar una  correcta picada y que claro en esta, muchas veces el clavado es infructuoso.

 Sin embargo, esta lección la tiene bien aprendida Antonio, que, como pude comprobar, sentado a su lado y observando su tarde de pesca, dejaba patente sus cualidades como pescador.

 Su extrema paciencia buscando sin parar peces a lo largo de la corriente, en esta ocasión  aunque estos peces, eran de un tamaño considerable, sus débiles picadas, a la velocidad que bajaba el flotador corriente abajo, le hacían tener en todo momento un exaustivo control sobre la línea y el pequeño flotador.             

  Usando una caña fija de ocho metros, sentado en una pequeñas silla plegable, que usaba por momentos, debido a una lesión en su pierna por un reciente accidente laboral, aún no recuperado del todo, buscaba las bogas a lo largo de la corriente.

Su flotador era viejo, desgastado, poco vistoso, casi sin color, incluso hasta su entena parecía de color amarillo pálido, pero cierto es que, era por una clara razón, este debería pasar lo más desapercibido posible en la corriente.      En repetidas ocasiones me decía que echaba de menos el poder utilizar las larvas de efímeras o las gusarapas, que este año no había podido cogerlas porque desconocía donde podía haberlas este año, es el cebo  privilegiado de la boga en esta época del año y es cierto que en las cercanías a esta rivera, por alguna extraña razón aun están muy pequeñas y en la primera fase evolutiva de esta efímera.   Sin embargo esto, para mí, no era tarea difícil, en la otra vertiente de la sierra, desde finales del mes de  Enero  se pueden coger del tamaño justo para usarlas como cebo. Aún así y todo, usando de cebo un puñado de larvas  pasadas que a duras penas sobrevivían, consiguió, un buen número de ejemplares de boga, de este bonito pez, la boga del Tajo, que, aunque no eran hoy de excesivo tamaño, nos hicieron, con sus desconfiadas picadas, pasar una agradable tarde de pesca.
                                                                                                    Antonio con un buen puñado de bogas

Aquella tarde, junto a Antonio, disfrute viéndole pescar, de su compañía y su conversación y pendiente tenemos, el poder usar juntos las efímeras pero eso, eso será en un próximo encuentro en la rivera que tanto conoce y tiene pescado, la rivera de Acebo.

Kily






sábado, 2 de abril de 2016

Puente de la Reina, pescando con larvas de Efímeras


Puente  de la Reina

 Puente de la Reina, puente que atraviesa la cabecera del río Arrago, a un par de kilómetros río arriba antes de la entrada en el pantano de Borbollón.  Una bonita y tranquila zona de pesca muy conocida por todo pescador de la comarca al que le gusta la pesca fluvial.

Pero en si, para algunos pescadores, los más intuitivos y conocedores del entorno, este puente es algo más, es una línea imaginaria de lo que, en otro tiempo fue, el final de la "zona de la trucha" con aguas agitadas bien oxigenadas y rápidos torrentes; y el comienzo de la "zona de barbos", aguas más tranquilas, menos torrenciales y con tablas más largas.  Cualquiera de las dos zonas, eran unos escenarios idílicos años atrás, para tentar ambas especies en la modalidad de pesca al tiento.

Bonitos cachos, que convivían con las plateadas y reflejantes bogas de flancos brillantes que destellan en sus todavía, cristalinas aguas.

El calandino, también hace presencia en estas aguas y todavía se pueden ver las colmillejas amarillentas (denominadas colmillejas del Alagón)  en el fondo, escondiéndose entre los someros  arenales de su lecho.

 Es precisamente  aquí, en la zona de barbos, donde empieza nuestro tema de hoy.

 Estas aguas, a menudo, son muy pescadas sobre todo con la subida del barbo allá por mediados del mes de Mayo.


Aunque sabíamos a ciencia cierta que el barbo, en este río actualmente  quizá debido a un exagerado furtivismo, los continuos rastreos por sus aguas con  redes y trasmallos,  no íbamos a encontrarnos con grandes ejemplares hasta que no llegara su época de freza. Años atrás se decía que negreaban sus aguas claras con su presencia en la época del desove.



 Conversando con algunos experimentados y veteranos pescadores del entorno de este río, de unos años a esta parte, parece ser que, el barbo se ha acomodado mucho a las aguas de la cola de dicho pantano y su remonte en la época de desove, suele ser tardío y en contados días.

 Sin lugar a dudas, la manipulación humana en estos tramos cada día se hace notar más, posiblemente sea esta una de las causas que están incomodando a esta especie a modificar, durante este ciclo anual, algunos de sus naturales hábitos de vida .



                                                                        Barbo de río



 Andando río abajo, junto a mi hija Marta, los dos, con caña y cubo en mano, recipiente en el que lleva vamos nuestro cebo para pescar ciprínidos habituales de este río, decidimos buscarlos y tentarlos con "la larva de efímera o gusarapa" moviéndonos río abajo a lo largo de su orilla.


 La eclosión de algunas de estas larvas en el recipiente había dado lugar a preciosos y atractivos subimagos. Este proceso natural dura tan solo unas horas y, es muy difícil el que eclosionen muchas a la vez, no obstante, es precisamente en este momento, cuando he podido comprobar en muchas ocasiones, resulta ser más atractivo para el pez.      Quizá, la razón de ello sea el movimiento de estas larvas hacia la superficie, movimiento que provoca en los peces una cierta atracción  que condiciona su actividad sobre todo en los primeros y, ya cálidos días de principios de la primavera.  
Aquella tarde, primera de las tardes de agradable temperatura, intuía que, viendo la claridad de las aguas del río, poco íbamos a hacer ante sus cristalinas aguas, a si que, el uso del flotador en el aparejo estaba de más.

Un pequeño trozo de plástico de una simple bolsa de transparente, anudado a la línea madre, (lastrado por un pequeño plomo) iba a ser el señalizador o indicador de picada, en estas limpias aguas, para evitar al máximo. la desconfianza del pez en estas someras y todavía limpias aguas.

Río abajo, nos encontramos con una pequeña pesquera, que hacia de retención frenando parte del empuje de la corriente.

 El reflejo en su retorcer, de los flancos de las bogas, brillaban en el centro de la corriente, aunque solas no estaban, algún que otro huidizo barbo, aunque de pequeñas dimensiones, escapaba ante nuestro ojos corriente arriba.

 Si hubiera visto grandes peces en la corriente, hubiera utilizado un anzuelo más grande. pero viendo que la corriente estaba de momento poblada de bonitas bogas, tuve que adaptar el anzuelo a su pequeño bocado. En esta ocasión un anzuelo del  nº18 de pata larga de fino hierro, ensartando su larva justamente bajo su cabeza, dejando libre su revotona cola.
Un bajo de línea del 0'12 de unos 30 cm, unido a la línea madre por un esmerillón del nº 18 se encargaba de arrastrar el cebo río abajo.


Sobre la orilla opuesta había un gramizal, acercándome a él, arrancando unos puñados de hierba me puse a picar con unas tijeras triples un poco de hierba en un recipiente, una vez picada y humedecida se le añade un poco de tierra negra de vega tamizada y se vuelca en la entrada de la corriente unos metros río arriba.

Toda esta acción tiene su por qué y, el comportamiento del pez en corriente está muy vinculado a  esta y, a lo que, en ella se mueve y transporta, esta larva que íbamos a usar de cebo, vive entre la hierba y para que la hierba se hunda a media agua, hay que darle peso.

 Garantías en aguas limpias te dan muy pocos cebos pero, al menos este, se debe presentar de la manera más natural posible.


Los pescadores que utilizan  la modalidad de la pesca a fondo, ensartan dos o tres larvas en un gran anzuelo entre los números del 1 al 6, esperando capturar con ello los más grandes ciprínidos. 
                                                                            
   Es una larva delicada, sobre todo para ensartarla en anzuelo grandes, es siempre muy recomendable el uso de estos de "fino hierro". 

 Un pequeño truco que nos servirá de ayuda a la hora de darle una cierta dureza es, sacarlas del agua un par de horas antes de usarlas y dejarlas en otro recipiente  solo con la propia hierba fresca.

Tampoco nos sorprendió la picada de algún que otro pez también autóctono, el calandino pardo, presente en estas aguas y que no desprecia tan atrayente cebo.

Este río, todavía en sus aguas con pocos depredadores, ya que la trucha cada vez es más escasa, tiene aún, una buena población de estos pequeños ciprinidos. 



Calandino

 La población de bogas aún sigue siendo bastante estable, y las capturas en el día de hoy, en su mayoría eran bonitas y respingonas bogas, que más de una vez, si no ensartabas correctamente la larva con la punta del anzuelo desnuda, te hacían errar más de una clavada y que al final de la tarde , con el sol cayendo, volvieron a sus aguas una vez fotografiadas.

                           

Algunas de las bogas capturadas en el día de hoy


Existen muchas formas y mañeras  de cebar en corriente dependiendo del cebo que vayas a usar, aunque todas, guardan una similitud muy parecida y tienen el mismo denominador común, forzar la actividad y la mejor aceptación de la comida, que arrastrada por las aguas, le brinda al pez la corriente.

Siempre me acordé de el refrán: a río revuelto...    aunque si bien es verdad, ni con todos lo cebos se hace igual forma, ni a todos lo peces se les suele presentar de la misma manera.

El uso de larvas de efímera, la coquilla, la quisquilla como cebos, el cebado en corriente con saltamontes o con hormigas aladas e incluso con larvas de miel o (zánganos), con la hogaza de pan, el cebado con la hormiga roja, el berbajo y el higo paso, la pipa de melón, son técnicas de cebado artesanales,(hoy ya casi olvidadas)  que observé e intenté aprender desde muy temprana edad, a lo que, ayudó mi trabajo por el norte de la provincia cacereña, conociendo, compartiendo, siempre escuchando y viendo en su tareas a los más sabios y viejos pescadores ribereños de muchos de nuestros ríos.

 Técnicas que despertaron en mi, mis ganas e interés por conocerlas, luego probarlas y convencerme de su eficacia.