martes, 31 de mayo de 2016

Pescando en corrientes. Sierra de Gata










Muchos son  los días, por motivos de trabajo, en los que visito todas y cada una de las localidades de la Sierra de Gata que, últimamente, algunos de mis compañeros habituales de pesca, se preguntan el por qué, si al llegar el fin de semana, aun sigo con intenciones de subir de nuevo a sus inmediaciones.

No sé si, es por una extraña magia que rodea de encanto sus ríos, riveras y arroyos o es que la situación del entorno me hace fusionarme entre su naturaleza y disfrutar cada uno de los innumerables y vírgenes rincones. 

Sea como sea, tras varios fines de semana subiendo a pescar empezando a tentar, primero la boga y el cacho y después el barbo entre las aguas de sus riveras, empieza a despertar en mí, una sensación de tranquilidad, bienestar y embrujo hacia estos parajes difícil de explicar.

 Pescar en sus orillas, me ha vuelto a recordar tiempos de mi niñez, cuando pescaba bogas y barbos en las aguas del río Árrago, a su paso cercano a la localidad de La Moheda de Gata.

Aparcando las largas enchufables, las caprichosas inglesas y largas boloñesas en su estantería en la cochera, desenfundo las casi olvidadas fijas y boloñesas cortas del corrido y como no, mi preciada telerregulable, para evitar en muchas ocasiones  el devaneo entre enganches de ramas y helechos de sus orillas, Todo vale si se hace bien y sin prisas, todas desempeñan su segura función.




Detrás de cada corriente, de cada tabla, de cada poza, de cada remanso de sus riveras de salubres aguas, se esconden infinidad de oportunidades que aunque, raras veces aprecias lo que hay bajo su superficie, intuyes que, en cualquier momento la picada del pez buscado va a llegar.





En cada tabla, en cada pequeño remanso, está la deseada oportunidad de que, un entregado pez, efectúe una picada y te haga disfrutar en el momento de su captura y posterior suelta.




Las espumosas aguas de las sostenidas corrientes, acaban  tranquilizándose en los seguidos remansos que albergan todo tipo de especies autóctonas, entre las que se encuentran barbos, bogas, calandinos, cachos y preciosas farios, así como algunas tan sorprendentes como los "escalos", que tuve el placer de capturar en días pasados un bonito ejemplar cuando tentaba el barbo.

                                      El escalo, pez muy escaso y muy poco común en esas aguas



 Una vieja y ya para mí legendaria (ya que fue la primera que tuve), inseparable además caña fija, esta vez, en la foto en acción, a la que le he acoplado un kit enchufable de tres tramos, reforzándole los enchufes y ensambles interiormente para evitar sustos, desempeña una perfecta función en riveras como esta con excesiva arboleda tumbada sobre el cauce del río. En esta ocasión, un gran barbo, la obligaba a hacer la parábola tras su tremenda picada, que acabó minutos después en la sacadera.

 Una simple  V rotatoria enroscada sobre una simple pica, hace las veces de rodillo provisional sin ningún tipo de problema para deslizar hacia atrás la caña.

La utilizo más que nada en cauces muy estrechos, donde el pez está en la corriente, con una corta línea y sin flotador, una simple tirita de bolsa de plástico sobre la línea cercana a la puntera, hace la función de señalizador o marcador de la oblicuidad de la línea en la corriente, si se coloca correctamente delata perfectamente la picada aunque sea de un pequeño pez.

Un pequeño plomo unido este, al emerillón que une el bajo de linea, empujados ambos por la corriente, son los encargados de hacer bajar el cebo hasta el fondo y hacer llegar al pez su comida de la forma más natural posible.

Río abajo

La situación cambia totalmente cuando lo que se pretende es buscar al pez a lo largo del cauce del río, aquí, el factor sorpresa es decisivo, lo importante más que nada es no hacerse notar.

Pescando río abajo la situación es diferente, las cañas son de corrido y casi siempre van provistas de carrete, siendo las más recomendables para estos tramos entre cuatro y seis metros, aunque sin lugar a dudas. la mejor adaptada a este medio es la boloñesa telerregulable, pues nos da la opción de adaptarla a la longitud deseada en cuestión de segundos. Esta caña está montada con unos anillos elásticos de tensión, presionando debidamente unos tramos con otros, evitándoles con ello su desplazamiento.


Caña boloñesa de secciones telerregulables

En estas aguas, cualquier especie de pez, si se pesca con anzuelos no demasiado grandes, puede entrar a nuestro cebo, La oportunista trucha de fario, en ocasiones nos recuerda que siempre está ahí, aunque no se note, picando sobre todo en las primeras horas de la mañana.



 La bonita boga del Tajo, cuenta con un gran número de ejemplares en estas aguas, y entra a casi todos los cebos de origen animal, tampoco despreciando el pan francés o la simple miga de pan.


Algunas capturas del día, devueltas al agua nada más ser fotografiadas.

Precioso nasón, cercano al medio kilo de peso, es sorprendido en una somera corriente.

En estos espacios naturales donde el pez, lo nota todo, lo ve y siente, es muy difícil pescarlos dada la claridad de sus aguas y el reto, precisamente esta en ello, en sacar al menos una jornada de pesca cuanto menos provechosa, aquí las certezas son pocas y los cambios en acción de pesca continuos.

 Toda técnica vale si se hace bien, lo de menos es la cantidad y estos cauces te dan rienda suelta a la imaginación y al desarrollo de llevar a cabo la jornada de pesca. Miras el entorno y te das cuenta de los mucho matices a los que les puedes sacar provecho.

Un simple  trozo de rama que flota de unos centímetros, unida a nuestra linea, hace la función de transportar nuestro cebo y señalar a la vez la posición  por donde esta pasando en la corriente, siempre encaminado este, hacia el escondrijo de la astuta trucha. Esto es algo que, no le hace desconfiar tanto a la hora de picar, esta acostumbrada a verlo a diario flotar en el río y no se asustará tanto como si usamos una colorida y técnica boya.

 Si la corriente es sostenida uso como flotador, las bogallas de los robles, al natural, perforadas en su interior y con una pequeña antena y sin más retoque que un barnizado mate, que no difiera mucho de su aspecto natural.

Un pequeño trozo de tira de plástico pasa casi invisible, atado a nuestra línea, si no toca el agua en la pesca al tiento.

En una corriente lenta, pescando sin lastre alguno, un trozo de tallo seco de gamonita, perfectamente lacado, hace de señalizador a paso de linea.



                                                                         Pescando al tiento

Es otra forma de vivir la pesca, es poner en practica nuevas ideas, desarrollarla sin ningún seguimiento fijo o continuado, la improvisación es la formula, exponiendo conocimientos y tu personal experiencia. El río se muestra ante ti, si lo escuchas y observas, acabarás conociéndolo, aprendiendo de él, no hay un claro párrafo que lo explique, solo un propio y personal instinto unido a un labrado sentido del agua.

Pesca en corrientes en uno de los tramos del alto Árrago

La buscada imagen de un hermoso pez capturado en la corriente es premio más que suficiente para sentirse a gusto con el trabajo bien hecho y con ganas de seguir aprendiendo de sus aguas. 

viernes, 20 de mayo de 2016

El barbo - La cuna del barbo


Sierra de Gata, naturaleza viva, tierra de leyendas, tradiciones y costumbres, tierra de encanto y sueños.

Muchos de nosotros, serragatinos orgullosos de nuestro entorno, tesoro natural que nos regala esta tierra, que cada vez que la mirábamos, el pasado mes de Agosto, bajábamos la mirada al ver que, tras el desbastador incendio, algo dentro de cada uno de nosotros, rabiosos e impotentes por la situación, se nos perdía.

Mas de 8200 de hectáreas de bosque y pinares y monte bajo se quemaban, dejando un paisaje desolador, nadie, ni incluso los más optimistas podía ver mas allá de su entonces, manto de cenizas y oscuro paisaje.

Sin embargo, la naturaleza es un ecosistema y como tal, de ahí que se la tilde de "sabia", porque en la mayoría de los casos, tiende a equilibrarse por si sola.  Tras un triste Otoño para ella, llega el invierno que, aunque muy suave, da los primeros indicios de lluvia, limpiando sus laderas tras la tala de su quemada arboleda. 

Entrada la primavera con abundantes precipitaciones, la sierra poco a poco va encaminada a su natural recuperación, sus arroyos y ríos se llenan de rebosante agua y los sotos y alamedas de sus riveras consiguieron sobrevivir al fuego y presentan hoy un agradable  y vistoso colorido.

El ciclo de la vida sigue y, entre las aguas de sus riveras, se va a desarrollar uno de los acontecimientos más atractivos y bonitos que nos brinda la primavera en un río, la subida del que para mí, es el más lindo de los ciprínidos, el gran "cíprido", el barbo, en el ciclo de su freza.




Tentando barbos en una corriente sostenida

El Barbo

El barbo es un pez que pertenece a la familia de los ciprínidos y es junto con la boga el cacho, uno de los ciprínidos más representativos y endémicos de las cuencas de los ríos de la vertiente Atlántica, aunque está representado en la mayoría de los ríos de la península Ibérica.

 Es un animal enérgico, poderoso y ágil a pesar de su tamaño. Su cuerpo es alargado y casi cilíndrico. Su dorso es color entre negro y verde oliva, sus aletas dorsales y caudales son oscuras y predominan los tono rojizos, la anal y la ventral muestran tonos más claros e incluso, amarillentos. Su vientre suele ser entre amarillento y blanco, (dependiendo de su hábitat) y su cola es fuerte y poderosa, en las hembras en su parte inferior es más amarillenta.

En la península Ibérica existen varias (y todavía discutidas y no muy exactas) variedades de barbo, el más generalizado es el  barbo común,  (Barbus barbus) comparte hábitat con el  barbo comizo,(Barbus comiza) en ocasiones dando lugar a hibridismos. El barbo gitano, propio de los ríos del sur de la península (Barbus esclateri) de color mas oscuro y de vientre amarillento, el barbo cabecicorto (Barbus  microcephalus) y el pequeño barbo de montaña.(Barbus meridionalis) entre algunas de sus variedades.


Barbo común


Barbo comizo


 En este artículo, los vamos a buscar, los vamos a seguir y observar, vamos a intentar disfrutar de su pesca, del ímpetu de su picada, su fuerza y energía, de ese precioso animal que, tras su picada, hace temblar la mejor de las cañas y dudar de la resistencia de nuestros aparejos. Causante de la subida de  adrenalina que aun sabiéndolo, nos produce ese tirón repentino tras su picada, que nadie sabe de donde vino, ni nadie se imagina nunca a ciencia cierta, como acabará.

Durante estos días que dura su freza, el pez se muestra paciente y entregado a su causa, ignorando en muchos de los momentos del día lo que ocurre cerca de él, en muchos aspectos, está viviendo ahora, su época anual más vulnerable.

Si somos conscientes de ello, disfrutaremos con su pesca en los tramos donde se encuentra, pero sin olvidar que debemos respetar su proceso de reproducción, de ello, va a depender el nacimiento de miles de alevines.



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En su época de freza, remonta los ríos hacia sus zonas más altas y buscando especialmente suelos de grava, es una especie de migración natural. Durante este tiempo, el macho presenta una especie de gránulos sobre su hocico, son los denominados tubérculos nupciales, estos llegan a su madurez sexual a partir de los dos años, midiendo alrededor de 10 cm. 

Por otro lado, la hembra lo hace a partir de los cuatro años y con casi el doble de talla que el macho. Es la encargada de hacer una especie de nido entre la grava del fondo de lo que se ayuda con su cola donde deposita allí sus huevas. Una hembra adulta puede poner entre 10000 y más de 20000 huevas que tardan en desarrollarse dependiendo de la temperatura del agua algo más de una semana.

Al nacer los alevines, estos se desarrollan rápidamente llegando en un año a alcanzar los 10 cm de longitud, de joven, este pez, tiene un comportamiento gregario siempre va en grupo, llegando a la madurez, a partir de los dos años se muestra solitario y tranquilo, a veces aletargado durante largo tiempo en el fondo.

Su alimentación es muy variada, pasando por insectos, saltamontes, caracoles, lombrices y sobre todo larvas y gusanos que encuentra buscando con su hocico prominente  bajo las piedras e incluso también, se alimenta de algas, semillas y frutas.

 Cuando alcanza un gran tamaño, incluso se vuelve predador de otras especies y su crecimiento está condicionado por la temperatura del agua y el alimento.  

Su longevidad en un hábitat natural puede llegar a los 12 o 14 años y se han llegado a capturar ejemplares de más de 15 kilos.

Su pesca.

Existen muchas formas de tentarlo en corriente, pero la que a mí personalmente me gusta, es la pesca con pequeñas boyas y si la corriente es muy sostenida, para retener más el cebo en ella, es la pesca al tiento, llevándola a cabo con un pequeño plomo que recorre el lecho de la corriente reteniéndolo a intervalos regulares.

Para adaptarme a una u otra situación dependiendo si pesco en corrientes o en remanso con un señalizador de línea o con una pequeña boya esférica suelo usar unos pequeños trozos de elástico de silicona que me hacen de sujeción en la parte superior e inferior del señalizador y en la pequeña boya  bajándolo hasta la base de la antena y en la corta quilla de esta.


Señalizador de línea y boya de corriente


Algunas pequeñas boyas usadas en las tablas y corrientes



 Hugo pescando en el "Charco de las señoritas"


              Estas limpias aguas están pobladas de barbos durante estos días de mediados de Mayo



Tras su picada, corriente arriba, el barbo hace dudar en muchas ocasiones sobre quien ganará la batalla una vez clavado en el anzuelo, si nuestro montaje de aparejo aguantará e incluso de la solidez y resistencia de algunas de nuestras cañas.


 

Tras la corriente, aparece metros más abajo el remanso, lugares idóneos para tentar al barbo.
Tras unos días de lluvia el agua baja  turbia, es el momento ideal para tentarlos con la lombriz, a medida que va clareando la larva de moscarda, (asticot) da muy buenos resultados.


No deja de sorprendernos la picada de alguna que otra trucha que sin pensárselo dos veces entra a nuestro cebo.



 Uno de mis cebos preferidos para corriente son las larvas de efímeras, que con aguas claras, son un cebo predilecto para cualquiera de los ciprínidos que remontan en primavera nuestros ríos y riveras.




Tras la espuma que produce las aguas en corriente aparece por un momento el hermoso pez después de una dura batalla de forcejeo que tranquilamente,
descansó aquí unos segundos, los suficientes para  darme tiempo a fotografiarlo.

Seguidamente, este ágil y nato luchador, volvió al sitio donde debe estar, corriente arriba para continuar en aquella rivera con su ciclo. 






Todos y cada uno de los peces fueron devueltos al agua sin necesidad de su paso por el rejón, durante el ciclo de la freza, este pez debe ser cuidado y mimado y ya que nos da la oportunidad  de sentirle tan cerca y disfrutar con sus picadas, debemos ser respetuosos con él y con su futura descendencia, quizá vuelva a darnos el año que viene iguales o mejores satisfacciones, "no somos nadie" para decidir y acabar con su derecho a vivir donde realmente debe estar.












                                                                       

Es uno de los ciprínidos a los que más admiración les tengo y, que por suerte hoy, aún en muchos lugares nos deja unas bellas estampas con sus remontes en nuestras riveras y ríos y disfrutamos a su paso viéndolos en las tablas de muchos de nuestros cauces, en sus ciclos nupciales, en su ciclos de reproducción y es obligación de todos y cada uno de nosotros de que esto, por mucho tiempo tiene aun que seguir así por que esto es su cuna, "la cuna del barbo ".