domingo, 24 de julio de 2016

El barbo cabecicorto ( barbus microcephalus)


         Durante mucho tiempo, este pez a pasado desapercibido por estas aguas fluviales, ha sido considerado como barbo común, ha compartido y sigue compartiendo junto a estos, muchos de su habitad, sin embargo, presenta algunas notables diferencias, matices que llamaron mi atención. 


Barbo cabecicorto

Especie emparentada con el barbo común y el comizo. es endémica de los algunos ríos extremeños, conocido también como "barbo de los remansos", más abundante en otro tiempo, actualmente comparte habitad con sus parientes más cercanos, además de carpas y carpines.

De joven es gregario, quizá sea la especie de barbo que más se desplaza en grupo, a medida que va creciendo se vuelve solitario, rehuye de las corrientes fuertes y prefiere las aguas mas remansadas y de escaso movimiento.

Su freza la desarrolla de igual modo que lo hacen los demás barbos, en lugares de limpias aguas y llenos de gravilla en el fondo. Se podía decir. casi a ciencia cierta, tras varios años seguidos que los llevo pescando en los charcos remansados del río Arrago. que su freza, la lleva a cabo mas entrado el mes de Junio cuando las aguas aparecen menos movidas.

Su cabeza es más corta, así como sus barbillones y su aleta dorsal es un poco más larga que otras especies de barbos ibéricos.

Su cuerpo no es tan estilizado como el de sus primos, siendo mas corto de longitud y presenta su panza más pronunciada.

Busca lugares de aguas tranquilas, en ocasiones someros y con abundante vegetación en el fondo apartados de la corriente principal del cauce del río pero siempre, conectados a el.  No suele alcanzar grandes dimensiones, pero su picada es igual de impetuosa que los demás barbos.


 De joven comparte cardúmenes con bogas y cachos, de adulto se vuelve más tranquilo y solitario.las hembras suelen tener la aleta anal mas larga que el macho.

               
Ejemplar de barbo cabecicorto


Hace ya algún tiempo, un experimentado pescador conocedor de la zona, que frecuenta constantemente estos solitarios parajes del río Árrago, me contaba que, días atrás, pasando el puente de la autovía, había llegado a capturar varios ejemplares de este bonito pez que, en ocasiones habían sobrepasado los dos kilos de peso.

 Se trata de una zona reservada a la cría de ganado bravo y que. como me contaba en aquella ocasión, más de una vez había tenido problemas con estos animales en el momento en que bajaban a beber al río.

 Esta claro que representaba un grabe problema el intentar pescar en esta zona, pero varias centenas de metros más arriba, intentando evitar este problema, decidí una mañana del mes de Julio buscarlo en la zona del Puente viejo.

El río aparecía aquella mañana con aguas muy turbias, embarradas con tierra de los vertidos del regadío existente  en la zona.

Con una corriente aparentemente lenta y una mañana que daba ya los primeros indicios de bochornoso día, me acerqué hacia las inmediaciones del charco del Puente viejo.

Pretendía pescar barbos, sabia que allí los había, sin embargo, pretendía buscar alguno de los más grandes, los tímidos y desconfiados cabecicortos.

Este pez es desconfiado y huidizo por naturaleza, por esta razón, al contrario que en otras ocasiones en los que pesco el barbo a la pasada, decidí pescarlos con un largo bajo de línea y con un flotador de 0,50 gramos, pasado de lastre y dejando el bajo de línea arrastrado por el fondo.

El mes de Julio es ideal para tentar al gran barbo que se acerca mucho a las orillas. Durante este periodo, el agua que entra en el río, precedente del regadío, enturbia su cauce, siendo un periodo muy recomendable para utilizar la lombriz como cebo.
                                                                             
                        La lombriz es un cebo muy utilizado para tentar ciprinidos en aguas turbias

Sin embargo, aunque de pequeño este pez suele ser gregario, de mayor se vuelve cómodo y solitario. Raras veces logras capturar varias piezas seguidas.




Sabiendo esto, decidí tentarlos con una caña enchufable,pero esta vez tire de mi fiable "big red" en el puesto de pesca de hoy, puesto que estaba a cierta altura y las ramas de arboles y zahoces, en ocasiones, se adentran en el cauce del río, lo que te da por pensar en raíces y ramas sumergidas que podían poner difícil un forcejeo y extracción del río de un pez de considerable tamaño.

El kit de tres tramos con flexible puntera final, ajustado a la terminación de la enchufables tiene montado un elástico de látex macizo de 1,8 de grosor.

Sobre la linea utilizada, debo decir que su diámetro era  0´16 y la terminación del bajo de linea  albergaba un anzuelo de fino hierro del numero 16,  atado este, a un terminal de 0'13 milímetros.

Un engodo de color verdoso en el que aparecían restos de pan picado o estrujado fino, con olor a mezcla entre sabores de canela y laurel y una porción de café molido para ahuyentar al latoso y siempre insistente  galápago, junto a un puñado de lombrices picadas, iba  a ser la mezcla del día de hoy para atraer a los peces.

La mañana de pesca

Poca era la actividad que se reflejaba en las inmediaciones del tranquilo escenario, alguna que otra carpa boqueaba en la orilla de enfrente y aunque el galápago de momento no se hacia notar, si que lo hacían enormes cangrejos rojos que no cesaban en su empeño de dañar más el cebo,pero lo cierto es que a más de uno, no le fue del todo bien por su empeño en tragárselo hasta las entrañas.


Tras unos minutos la primera de las picadas se hizo notar, un pequeño barbo entraba momentos después en la sacadera, a este, aunque espaciados, le siguieron alguno más de proporciones semejantes, aunque de momento preferían  como cebo el asticot o gusano blanco, algo que inevitablemente, aprovechaban estos rojos e insaciables crustáceos, el cangrejo americano.


 Quizá por esta razón sin pensarlo dos veces volví a usar de cebo la lombriz. Lombrices de tamaño medio, pero con una buena vitalidad, de cosecha propia, de un criadero con no pocos cuidados y constantes controles de humedad y alimento.

Pero como a veces suele ocurrir, de repente como por arte de magia, el puesto se queda por momentos vacío y sin actividad, ya no enredaban los cangrejos, ni el pequeño barbo, ni alguna boga de las existentes en el escenario que tocara el cebo. 

 Una pronunciada picada con algo de parsimonia en el inicio, acabó hundiendo la antena. 
Se trataba de una buena carpa que forcejeó lo que pudo hasta que conseguí meterla en la sacadera.

No era lo que estaba esperando, pero al menos, entraban al cebo animales del tamaño deseado, por momentos, otra arrancada hacia un zaoz de enfrente, acabo llevándose el bajo de línea



La carpa es pez común en estos remansos del bajo Arrago
Cono tenia montado el kit copela, hice un poco de mezcla diferente para mantener el puesto de pesca, se trataba de algo de asticot junto con pan, harina de maíz y tierra de topera tamizada.
Diez minutos después, una rápida picada, tensionando bruscamente el elástico, hacia doblarse la caña  en dirección corriente arriba, por un momento, cree en mi mente la imagen de lo que luego minutos más tarde vería, un  hermoso barbo de hocico corto forcejeaba de un lado al otro del río, sin embargo tras varios minutos llenos de tensión, momentos con sabor a duda y con la adrenalina elevada, conseguía ganarle la primera de las batallas a este bonito cabecicorto que finalmente, entraba agotado en la sacadera.

 La segunda, la ganaba él, tras su foto, sin pasar por el rejón volvía a su vida, ya había demostrado bastante y con este gesto los pescadores deportivos sabemos agradecérselo.

                      


A este pez, al cabo de un rato le siguió otro de idénticas proporciones que cerraba una mañana ya muy calurosa y de bochornoso calor.

Habia conseguido atrapar al barbo que pretendía, aunque con las escasas capturas de él, esta mañana no había conseguido romper la influencia negativa que, bajo mi punto de vista y basándome en muchas jornadas anteriores, ejerce sobre los peces el periodo de la luna llena que asomaba entre los arboles del río.

Volveré a intentarlo, volveremos a buscarlos otros días con diferentes cebos y estilos de pesca, y solo así es posible que volvamos a disfrutar de la pesca de este huidizo y todavía, por estas tierras poco distinguido pez.  Un pez que todavía esta viviendo escondido en su habitad y que por muchas barrera que le pongamos, estará presente en nuestras aguas mientras existan pescadores que le sepan respetar y cuidar de uno de los ciprinidos más endémicos de nuestros ríos, nuestro bonito barbo de los remansos, el barbo cabecicorto.

 Kily.