domingo, 16 de octubre de 2016

La hormiga alada


 Cada Otoño, durante unos días, este insecto volador llena campos y calles. Después de las primeras lluvias, salen con los primeros golpes de sol y, como no, agotadas, acaban cayendo al suelo con sus cortos vuelos.

 En muchos lugares, caen al agua sobre la superficie de ríos, lagunas y embalses  propiciando un excelente  alimento esperado por la mayoría de los peces.

 Durante las primeras horas, proporciona comida a los peces de boca súpera, ínfera y terminál (cachos, bogas, calandinos, etc) que toman el alimento que cae a la capa de agua más superficial. Y una vez ahogadas y muertas, unas horas más tarde a los peces de fondo, barbos y carpas.
Este ciclo natural ocurre cada Otoño pero como todo, en la naturaleza, tiene su por qué, y es que, es parte del ciclo evolutivo de la supervivencia de dicha especie, las hormigas.


                                                                     Hormigas aladas

Son tanto machos como hembras y este proceso, no es más que un cortejo que forma parte de su primer vuelo nupcial, que para los machos va a ser el último. Su misión es fecundar a la hembra para después morir.

 La hembra una vez fecundada, pierde sus alas y será la encargada de hacer escavar un buen agujero ahora con la tierra mas húmeda tras la lluvia y hacer un nuevo hormiguero del que será la próxima reina.




Hormiga alada reina
No todas lo consiguen, pero las que lo hacen, serán la únicas hormigas reproductoras de su propio y nuevo hormiguero.
Un hormiguero está compuesto de tres tipos de hormigas: las obreras, recolectoras y estériles, estas, proporcionan el alimento a la comunidad y la defienden; la reina o reinas grandes y aladas, encargadas de la reproducción; y los machos alados y de mandíbulas fuertes pero mas pequeños.
Una futura reina y un macho en pleno cortejo
Antes de llegar el verano, la reina pone un tipo de huevos diferentes de los que pone el resto de su ciclo reproductivo, serán las hormigas aladas que, unos meses más tarde, ya adultas, empezarán su propio ciclo reproductivo, buscando pareja en sus salidas otoñales, en su ciclo de apareamiento durante su  vuelo nupcial. Este ocurre después de una fuerte lluvia seguido de unos intensos golpes de calor.
De pequeño, solía tener cientos de ellas durante largos periodos, en ocasiones años en unos terrarios delicadamente preparados con no pocos cuidados y utilizándolas como el que es, mi cebo preferido para tencas, bogas y grandes barbos que había en el embalse de Borbollón tras su primera caída, que es como se decía a este ciclo y vuelo anual. 
Las ensartaba en anzuelos del número dieciséis al nueve, del más fino hierro que entonces se podía encontrar, aunque por aquellos entonces, la variedad no era mucha. Solíamos cortarle o limarle parte de la muerte al anzuelo para no dañarlas demás en el ensartado.

 Las boyas de " porco espin",  eran muy utilizadas en ese tiempo.  Eran detectores de picada muy sensibles y fiables. Flotadores artesanales que me traía mi abuelo en sus viajes a su tierra portuguesa.

 La tarde en la que vuela la hormiga, es un verdadero espectáculo al ver el movimiento  continuo y superficial de cientos de cebas que producen los peces. Sobre todo bogas y cachos en superficie. 


                            Momento en que se produce una ceba

Cuando esto se produce, cualquier cebo pasa desapercibido, haciéndole caso omiso.

 Es el momento en el que el pescador se da cuenta de lo que realmente tiene frente a él, te induce a pensar en la gran cantidad de peces que hay en un casi siempre, tranquilo escenario, donde minutos antes, parecía el más tranquilo de los lugares. Donde la aparente calma de sus aguas, de repente se ve truncada por cientos de bocas que comen a la vez, de que esta tarde al menos, te han ganado la partida y de que cuantos más quieres saber sobre la pesca, más indiferente pasa frente a tus ojos tu labrada experiencia como pescador.

Comentando esta reacción con mi compañero de trabajo Carlos, experimentado pescador de minitalla en general, (sus últimos resultados, así lo demuestran) en varias jornadas en la Rivera de Gata, escenario idílico para la pesca autóctona, tras una productiva y bonita jornada de pesca con gran número de capturas hasta entonces, coincidía conmigo en que, ningún cebo de los usados positivamente hasta entonces, parece valer ante la caída de la hormiga alada.


Carlos en una jornada de pesca de bogas en la Rivera de Gata


El invierno se acerca, ellos lo saben, los peces como seres vivos que son, van a pasar un duro trance en las frías aguas donde viven, donde la actividad o semiletargo invernal va a ayudarlos a sobrevivir tras duras condiciones, los nutrientes acumulados durante los meses cálidos van a ser determinantes a la hora de aguantar las bajas temperaturas del agua.

Esa despensa que poco a poco se van proporcionando debe estar rebosante de nutrientes y proteínas para afrontar lo que les vienen encima. Y este peculiar insecto, la hormiga alada, les proporciona muchos al alimentarse de él.

 Esta pienso, a nivel personal, que es una de las muchas razones por las que en el momento en el que se produce el vuelo de la hormiga alada y su caída sobre el agua, los peces como seres intuitivos que son, seleccionan como uno de sus alimentos preferidos y necesarios, a la hormiga alada .






Algunas de las piezas capturadas por él antes de la caída de la hormiga alada, en el momento en el que este insecto aterriza sobre la superficie del agua y se producen las primeras cebas, todo lo hecho hasta ahora, la bonita y productiva jornada de pesca, pasa en  unos momentos a segundo plano.

sábado, 1 de octubre de 2016

El gusano del cieno, vers de vasse


Una pequeña larva de color rojo vinoso, de escasamente un par de cm de longitud, de rápidos movimientos serpenteantes que habita en lechos cenagosos de las aguas estancadas es, en esta ocasión el protagonista de esta historia.




 Pertenece a una de las muchas subespecies de la familia de los quironómidos, su cuerpo es frágil y delicado y es, sin lugar a dudas, uno de los cebos mejor aceptados por una gran variedad de especies de peces.

Se suelen ensartar con cuidado en pequeños anzuelos del numero 20 al 24, y sus ágiles movimientos hacen de esta larva, un reclamo casi irresistible para cualquier tipo de pez.

No suelen estar presentes en todas las aguas en igual cantidad y es aconsejable buscarlos en las zonas mas sombrías y evitando la luz directa. 

 Al ser un cebo tan delicado, requiere unos cuidados especiales para su conservación y también para la extracción del medio en el que habita, el cieno.




Lagunas con abundante cieno es el sitio ideal para encontrarlos.

 Pero para todo hay quien te enseñe, y más si son buenos maestros, y uno de ellos en este campo tiene mucho que enseñarnos, este es Antonio, apodado cariñosamente como "el Carpa".



Había quedado con él una tarde de sábado para inspeccionar algunas lagunas de los alrededores, y ver si encontrábamos en algunas larvas de gusano de cieno o vers de vasse, como lo llaman los franceses.


                             
El simple equipo que íbamos a usar era constituido por un vadeador, un quisquillero de fabricación artesanal, un colador, un cubo y una criba o tamiz. 

El primer paso a seguir es, comprobar el fondo. Seguidamente, arrastrar con el quisquillero el lecho consiguiendo una gran cantidad de cieno de su fondo.  Esta tarea es algo pesada y delicada, ya que antes de nada, debes tener un exacto conocimiento del fondo de las turbias aguas de la laguna, no nos de alguna mala sorpresa inesperada por  la brusquedad de algunos de sus fondos.



                                                   Antonio en la acción de batir el cieno






El segundo paso a seguir es, batir el cieno con la mano, con la intención conseguir filtrar la mayor cantidad posible y que las posibles larvas que queden en el vayan quedándose sobre la maya del quisquillero, foto de la izquierda.

Una vez conseguido batir la mayor parte de cieno y logrado que las larvas queden sobre su red, hay que hacer un experimentado movimiento a dos manos, hundiendo el quisquillero despacio con la mano izquierda, consiguiendo con ello que poco a poco que las larvas queden flotando sobre la superficie del agua.  La mano derecha que porta un colador, a la vez que los vers de vasse están subiendo hacia la superficie, las recoge en su red.



  Con una gran habilidad, Antonio busca entre el cieno y recoge las larvas de vers de vasse con los dos movimientos sincronizados
Terminado este paso, son recojidas y transportadas hacia el tamiz y el cubo para su limpieza


   Abajo el tamiz y el cubo



Este cubo hay que llenarlo de agua de una manera justa para que el tamiz quede semihundido y bloqueado en sus paredes, que es donde finalmente vamos a terminar el proceso de limpiado de restos de fusca y ramitas que hay en el cieno.


La larva de vers de vasse acabará hundiéndose en poco tiempo y dejara sobre el ultimo de los tamices todas las impurezas solidas entre las que se encontraba.

Se limpia de nuevo tirándole el agua, y ayudándonos otra vez del colador, son depositadas finalmente en el fondo del cubo.

                                 
Conseguido esto, el siguiente paso para conservarlas durante varios días es, humedecer una hoja de un papel, un simple hoja de periodo puede valer, sobre las que las depositaremos. Guardándolas en un sitio fresco, tendremos un codiciado cebo para todo tipo de ciprínidos. 




Solo agradecer a mi compañero Antonio, el habernos dedicado unas horas en la tarde de hoy para enseñarnos, como una vez más, esa vieja escuela, que sigue siendo un verdadero tesoro que nunca debemos olvidar, el arte de una de las formas más antiguas de la recolección del preciado "oro rojo", como se le llama en pesca. Gracias compañero!