miércoles, 27 de enero de 2016

Flotadores para la pesca en corrientes


Volviendo la vista años atrás, recordando anécdotas de mi niñez en el mundo de la pesca, hay algunas cosas, vivencias que se me han quedado grabadas de ese tiempo. En ocasiones, acompañaba a  mi abuelo en sus días de pesca y cada día que pasaba junto a él, me iba metiendo en un mundillo que cada vez  más me apasionaba y aquel hombre, apodado "el tío portugués"era cada vez más consciente de ello.

Tenía su propia forma de entender la pesca y, a su lado su nieto, iba captando cada vez más sus ideas, siempre atento a todo lo que hacia.

   Le encantaba pescar el barbo, la pesca de la ova o "zajova" como él la llamaba, la pesca a fondo con la gusarapa, el cabezón y la hormiga alada eran sus preferidas, aunque tampoco despreciaba el tentar una bonita corriente llena de bogas, usando sus legendarias boyas de cuerpoespín que se llamaban, usando como cebo, el pan, su preciada miga de  pan.

 Decía que no hay pez al que no le gustara comer el pan, de hecho, él lo utilizaba en numerosas ocasiones tanto en corriente como en los remansos del río Árrago.

 Una de estas cosas que recuerdo es precisamente, su forma de hacerlo. Solía machacar en un baño o cubo de aquellos de "zinc" los trozos de pan duro sobrante y por la tarde, solía añadirle agua hasta que consideraba oportuno, después de un tiempo lo escurría. Seguidamente, lo metía en un saco de aquellos de red y lo dejaba colgado para que perdiera parte de su agua.

                              
 Pan amollecido

 Antes de caer el sol, cogía su vieja bicicleta BH, bicicleta que con los años heredé, y montaba a su nieto en el portamaletas; y en el manillar, echaba en un saco de plástico, el pan humedecido que había metido en el saco de red anteriormente.

Al caer la tarde, llegábamos por un enramado y largo camino al río, sentaba a su nieto sobre un lugar privilegiado y se metía en la corriente. Buscaba una corriente somera que fuera a morir en una tabla extensa de río y, una vez encontrado el sitio idóneo, sacaba del saco de plástico, el saco de red lleno de pan amollecido.

Este saco de alimento, lo ataba a nudo, lo aplastaba y lo metía bajo el agua. Le añadía unas piedras en su interior y lo tapaba con unas ramas y hojas en plena corriente. 

 Este saco, usado seguro, en más de una ocasión, tenía unos agujeros en su red hechos a propósito y en la noche, iba a ser una segura fuente de alimento para los peces en toda la tabla de agua que seguía a la corriente.

 Algunas mañanas, en contra de su voluntad, me llevaba con él y el espectáculo de pesca, era digno de mención. La tabla llena de peces que habían acudido al reclamo, preciosas bogas, bocachos (cachos) y buenos barbos entraban al cebo de la miga pan, hundiendo una y otra vez la artesana boya de pluma de pavo o de cuerpoespín que por entonces usaba, arrastrada por la corriente.

 No abusaba de ello, solo cogía los propios para un buen·"moje" o "escabeche" que entonces se hacía.

  En aquel tiempo, no me parecía esta acción ningún estrago el hacerlo, ya que, ciertamente, las necesidades eran muchas y las sobras más bien pocas y ya entonces, sabia sus tallas y su marca, devolviendo al agua, cualquier pez, si consideraba que no daba lo que entonces se decía "la marca". 

Solo le cogía al río lo que necesitaba, aunque sus ideas de conformismo, en más de una ocasión fueran criticadas, sin embargo, para alguien, iban a ser ya un referente que, sin darse cuenta le iba a servir de guía en su vida para el estudio, seguimiento, valoración y respeto de este ser vivo llamado pez.      

No he vuelto a ver a nadie hacerlo así, pero es en sí, esta forma de pesca, era muy similar a otras muchas actuales, con un mismo denominador común, el cebado y  la atracción del pez hacia un determinada zona del río para poder tentarlo.




Uno de los tramos de la Rivera

Teniendo en cuentas días de pesca como los de aquellos entonces, un día del mes de Enero en el que había habido anteriormente unas abundantes precipitaciones, me acerque a la Rivera de Gata.

  Este río tiene bonitas y amplias orillas y su remanso provocado por la retención del pareón, haciendo una extensa tabla que, en su parte más alta, aún sigue teniendo un buen empuje de corriente.

  Mi intención era pescar en estas aguas movidas y con bastante tiro de corriente, la caña elegida para el día de hoy es la Roubaisinne o caña enchufable.


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 La rivera venía crecida y el agua, empezaba a clarear, esta situación parecía propicia para lo que intentaba hacer, tentar los peces en la corriente y atraerlos a base de un cebado muy tradicional,cuya composición iba a ser de base, pan con algún añadido.
  
La mezcla

 Siguiendo la tradicional manera de amollecido y escurrido del pan como lo hacia mi abuelo, por la noche le añadí un poco de galleta picada para que se "tomara" en su olor, dejando diez minutos mezclados.


 Una vez hecho esto, le añado a la mezcla húmeda, unos pellet de pulpa de remolacha y de pienso de aves, removiéndolo todo bien durante un par de minutos, todo esto utilizando unos guantes de latex, para que no se impregne en esta mezcla ningún tipo de olor y el pez, detecte manipulación humana,en el cebado, intentando que, con estos nuevos ingredientes quede todo bien mezclado y lo dejo reposar durante toda la noche.



Mezcla lista para ser mezclada.

 Por la mañana al llegar al río, compruebo la mezcla. Si las partes están debidamente bien mezcladas, solo hay que pasar la mezcla por el tamiz y dejarla a gusto de humedad y textura para lo que utilizaremos el pan o en caso contrario, para dispersarla mezcla, harina de maíz muy fina.

 Una vez hecho este paso, le añado un puñado de larvas de gusano. Algunas de ellas, hoy ya hechas cáster, estas últimas, estaban previamente metidas en un recipiente con agua durante toda la noche. 



El siguiente proceso es hacer las bolas de engodo, que como voy a pescar en corriente, las aplano lateralmente para que, la corriente me las ruede lo menos posible y no me las saque muy lejos de su inicial zona de cebado.





 Los flotadores para corrientes 






Para este tipo de situaciones, corrientes fuerte y rápidas se diseñaron un tipo de flotador muy especial para estas aguas son las llamadas comúnmente,"flotadores para corriente" o "boyas de galleta" o "piruletas".

Su finalidad en su uso está muy clara, ofrecer el mínima resistencia a la corriente y con ello ganar sensibilidad y funcionalidad, lastrando menos peso en la linea y por consiguiente hacer un aparejo más ligero.

 Su emplomadura activa está  limitada a un solo plomo de toque, arrastrado este por el fondo, aquí, su emplomadura pasiva, está muy próxima al fondo o posada en el y su finalidad más que nada es, la de posicionar y ajustar correctamente el flotador para señalizar la picada, obligando al pescador a tener la línea totalmente tirante o tensada en oblicuo y así delatar correctamente la picada.

 De no ser así, el flotador giraría sobre si mismo, delatando una incorrecta acción de pesca.

En ocasiones, si la corriente es muy sostenida, se le añade incluso un pequeño plomo de  lágrima a unos centímetros del bajo de línea para estabilizarlo correctamente en el suelo.


                                    El flotador del día de hoy

Y como a todo, me gusta darle mi versión personal, hubo un tiempo en que utilizaba unos diseñados por mi mismo que, me daban excelentes resultados y que, mis intenciones eran de probar hoy.

Partiendo de la base de que, lo más aerodinámico que existe, es el ala de un avión, pensé en aplicar esta forma para intentar ofrecer, la mínima resistencia a la corriente del río e hice un flotador frontalmente muy similar.





   De aspecto extraño pero, muy funcional me hizo en muchas ocasiones sentirme a gusto con lo que había hecho, demostrando una vez más su funcionalidad y más aun elaborándolos de una manera artesana, que he de añadir que cualquier parecido con alguno que hubiese sido diseñado antes, no es más que simple coincidencia.



Flotador en posicionamiento perfecto esperando delatar la esperada picada

 Para el uso de estos flotadores en corriente, me gusta alargarle la bandera de 15 a 20 cm más larga de lo que habitualmente uso con otras líneas montadas con flotadores convencionales, la razón es por que, en ocasiones, si la corriente es muy fuerte, conviene meterle la puntera bajo el agua a la caña unos cm para ayudar a un mejor posicionamiento de este.

 Hecho todo esto, me puse a cebar el puesto, el cebador de copela aquí juega un papel importante y el cebado es conveniente descargarlo unos metros río arriba de la que, se pretende ser zona de pesca. 

Si el agua está lo suficiente mente clara, podemos ver la trayectoria de las bolas de engodo y hacer una imagen mental de lo que tarda en llegar al suelo, relacionando la fuerza de la corriente con la profundidad existente en el puesto y el  peso y volumen de la bola de cebado. 

La mezcla de hoy, lleva larvas incorporadas, algo que facilitará su apertura y dispersión de sus ingredientes en el fondo del puesto.

 Y como pude comprobar el pan, minutos después, no me defraudo en absoluto, eso sí, lo de hoy no eran bogas, tan solo un bonito barbo entro al cebo, por extraño que parezca, la carpa y el carpín, peces normalmente de aguas quietas, en el día de hoy también entraron al reclamo.



La larga caña enchufacle, formaba una bonita hipérbole en cada una de sus tensiones.

 Algunos peces eran de notables dimensiones, el cebado había resultado efectivo, el flotador artesanal de corriente seguía trabajando correctamente y, quizá lo más importante, mis ganas de pisar de nuevo la Rivera de Gata habían empezado de nuevo, grandes recuerdos me llegan también a mi mente de días pasados pescando con muchos antiguos compañeros en ella, ahora intentaremos disfrutar del momento, por que aunque el tiempo pasa, su encanto continua vivo en cada jornada de pesca en sus largas y bonitas orillas.

Volveremos a su llamada, escuchándola quienes mejor la conocen, sus nómadas sus rivereños.





lunes, 4 de enero de 2016

Pesca con caña boloñesa con elástico en la Rivera del Atallisca



 Con muchas ganas de volver a un escenario que tenía en mente desde este verano pasado, muy frecuentado entonces, en aquellos días por muchos aficionados a la pesca. Pescadores que, actualmente, quizá se piensen dos veces antes de salir de casa, si su pasión no les motiva a vencer ciertos elementos atmosféricos propios del invierno.

Una día tranquilo, aunque frío, aguas claras y poco frecuentadas últimamente. A primeras horas de la tarde, me acerqué a este tranquilo rincón en la desembocadura del  regato del "Atallisca".

En la tarde de hoy, mirando este solitario paraje, por un momento pensé que, venir a pescar hasta estas aguas, ahora poco frecuentadas por pescadores locales podía guardar alguna decepción en cuanto a actividad de peces, de momento, ya bien entrado el mediodía, no se notaba movimiento alguno en su entrada al pantano. 



 Pero mirando detenidamente este regato tributario del pantano, viendo la profundidad que tiene en su desembocadura, con una anchura de algo más de 60 metros en el puesto que había elegido hoy, siempre queda pensar, en la agradable idea de que en su fondo, peces y grandes debe de haber, y la idea que tenia, era al menos atrapar alguno.





Orilla del regato del Atallisca


 Estas aguas, calmadas y profundas se pueden pescar de muchas formas, pero personalmente a mí, lo que me atrae, al ver estos escenarios, es la pesca con caña boloñesa, antes llamada pesca al corrido.



Siento una extraña y personal atracción por esta técnica, quizá, porque fue la pesca con flotador de mis inicios a este deporte, la pesca tan española, tan fiel a todas nuestras aguas, a sus andarríos, a nuestra tierra, una pesca tan segura y fiable como ninguna otra.
Una técnica 4x4 que se suele decir, donde el descuido no tiene premio; donde lo que vale es, la caña en mano; donde una mínima brisa puede ser tu aliado, pero un constante aire, un duro enemigo a batir. Pero si logras retener los envistes al flotador en esos agitados días, notas una sensación inigualable, no comparable a ninguna otra técnica.


Algunos de mis compañeros de pesca la miraban con recelo, ahora viendo el desarrollo de sus funciones, en muchas ocasiones que han compartido de pesca conmigo, a día de hoy, estas cañas, viajan con ellos siempre en sus fundas de pesca,


 Cada vez que veo un buen ejemplar de carpa unido a mi linea, pescando con alguna de mis boloñesas, siempre se me ocurre una memorable frase, tan española como ella misma, por mucho que lo intentes,"con la iglesia hemos topao, amigo Sancho".


  Mientras montaba mi panier, en una cubeta, puse a amollecer medio kilo más o menos de pellet de  pulpa de remolacha, en poco más de quince minutos estaban prácticamente deshechos.



 Estos, mezclados con copos de maíz, junto con una lata de maíz en grano escurrido y lavado y unas larvas de gusano, a lo que le añadí poco más de 20 cl de leche y posterior agua, necesaria para la mezcla, iba a ser la pastura de cebado para el día de hoy.



                             





                               

 Un poco de pan troceado terminaría  compactando la mezcla

Una caña boloñesa  de acción de punta, un flotador deslizante de 2'5 gramos, deslizándose por una linea de 0´16 de diámetro de grosor con un bajo de flurocarbono de 0´12, unido este, a un elástico amortiguador por medio de un quitavueltas o emerillón y a la vez, este, a la línea madre por otro emerillón, iba a ser el sencillo montaje.


El Montaje del elástico en el bajo de línea




Un trozo de elástico unido por dos microesmerillones en sus extremos entre la línea principal y el bajo de línea; este elástico, al mismo tiempo va recubierto de un tubito de silicona, logrando así un montaje más rígido, normalmente el elástico, es ligeramente inferior a la longitud del tubo, con ello quedando, en su montaje, algo tenso.

 Este elástico actuará a la vez de comodín en el supuesto en el que utilicemos diferentes diámetros de hilo entre la linea principal y el bajo (o cuando exista descompensacion entre el grosor de ambos) amortiguando la tensión y flexibilizandolo aún más el bajo, si este, es de escaso diámetro. 

  Normalmente utilizo elásticos de 1 milímetro, aumentando la longitud del mismo, algunos centímetros en función de la diferencia de grosor entre diámetro de la línea y el bajo.

Montado todo esto, me puse a sondear el puesto de pesca,  A unos 20 metros de la orilla, el montaje  de la emplomadura activa, me delataba una profundidad cercana a los cinco metros de profundidad.

 Y aunque sabia que, tenia que dejar el bajo de linea arrastrando para evitar el empuje del regato e incluso, si seguía así, cambiar de plomo de toque por otro algo más pesado, decidí dejarlo totalmente arrastrado por el fondo.

Terminado este proceso, me puse a cebar el puesto, con la intención de pescar unos metros más abajo del cebado, dada la visible corriente y la gran profundidad.


El cebo para estas aguas

 De cebo, lombriz y es que, viendo la entrada al embalse, del agua que trae el regato, turbia y sucia aún, arrastrando toda tierra seca de sus vertientes, ya que, son las primeras lluvias invernales, me pareció buena idea el intentar de inicio con este cebo.


Vivencias del día de pesca


 Llevaba unos quince minutos pescando en aquel tranquilo y solitario paraje, sin haber visto de momento picada alguna, cuando un pequeño tropel o pateo se acercaba a mi puesto con agitado respirar. Mirando hacia atrás, me sorprendió ver un precioso mastín extremeño que con su cola a media asta, coleaba tras de mí. Sus señales eran claras, su cola delataba su sana intención. aunque su porte era majestuoso y solo verle metía respeto. He de reconocer que estos perros son mi debilidad y dirigiendo me hacia él, me recibido con sus tímidos lameteos,


 Suelen ser animales muy nobles, pero altamente territoriales y este joven macho cercano a los dos años estaba en  perfecto y sano estado, da gusto ver animales así. Tras un rato manoseandole su cabeza y cuello, algo que les encanta, se dispuso a sentarse a mi lado a compartir la tarde, al lado del agua, algo que me encantó, sin incomodarme su presencia para nada.


 El resultado, parte de mi gran bocadillo, acabó siendo un poco de su almuerzo, me puede la nobleza de estos perros y el cariño que le tengo en especial a esta raza de colosos, por su trabajo y dedicación hacia sus animales y dueños, anteponiendo en muchos casos su vida para protegerlos. Muchas son las historias que escuché, referente a ellos, de viejos pastores de la sierra que, acreditan su devoción y entrega por defender las posesiones de sus compañeros y dueños.


 Mientras disfrutaba del momento, de la compañía de tan bonito animal, con el aparejo parado y cebo inmóvil  en el fondo, posiblemente, con el plomo de toque encallado, vi extrañamente emerger la boya en la superficie del agua, la boya por momentos quedó tumbada sobre la superficie.

 Extraña picada, pero seguidamente volvió  a su posición inicial y me hizo pensar en que, solo podía ser obra del indeciso carpín que merodeaba en el cebo. Esto me hizo entender dos cosas: la primera, los peces que, de momento, habían entrado en el pesquil, eran carpines y la segunda que me había equivocado con este montaje,

Recogiendo mi linea, con la lombriz cortada, entendí enseguida que, si quería sacar alguna de estas inquietas piezas, tenia que esforzarme en clavarlas y cambiar totalmente mi aparejo, ajustando el fondo.

 Parecía que me estaban recordando que, la pesca a la boloñesa, es intuitiva y atenta y para nada estática, algo que estaba dispuesto a hacer, algo que de momento no había hecho, disfrutando de la compañía de  mi compañero, el gran mastín, que ya se alejaba conforme, cerro arriba posiblemente a su lugar de faena.


Con la caña en mano, con un tiro superficial lento, me dispuse a hacer la pesca al corrido, pero esta vez, en una pasada de, no más de seis o siete metros y cambiando el bajo de linea, añadiendo un anzuelo de ojal de fino hierro del  numero 14. 


  Este anzuelo, estaba unido con el emerillon, por una lazada corrida, por la que se desplazaba libremente, intentando evitar, el excesivo reptado del bajo por el fondo.


Éste sistema de montaje de bajo de línea, lo uso siempre acordándome de un gran pescador que fue mi amigo Ángel Rodas, que me llegó a convencer de que, por alguna extraña cuestión, el pez, con este sistema de bajo de línea, efectúa en la mayoría de los casos, una intensa y rápida picada, algo que pude llegar a comprobar en muchas ocasiones, pescando estos taimados peces.


 La picada no tardó en llegar, un hermoso carpín que rondaba los dos kilos de peso, había mordido mi cebo, al menos sabía que peces había en las inmediaciones y que, seguramente, este enorme pez, no estaba solo.




En la foto se puede apreciar el elástico unido al bajo de linea de lazada por el que se desliza un anzuelo de ojal.


Un segundo carpin, algo más pequeño que el primero, entraba la sacadera minutos después, parecía que la jornada de pesca se ponía bien.




 Y el tercero , tampoco se hizo esperar mucho.


  Sin embargo, pasados unos instantes una  gran carpa saltó en el centro del cebado .


Son animales que suelen convivir bastante bien juntos, pero en esta ocasión, no se si sería debido a un mayor número de ejemplares o por que fueran incluso de mayor tamaño, los carpines al menos no volvieron a dar la cara.



Y lo que también, tenía claro es que, las carpas, con este aparejo moviéndose aunque sea minimamente, tampoco.



 Volví a montar el bajo de flurocarbono del comienzo y arrastrado por el fondo con una lágrima que, haría de plomo de toque, que superaba el medio gramo de peso, asentando totalmente el cebo en el lecho.



 Ahora estaba seguro que las carpas, habían entrado al pesquil y estas, de astucia y desconfianza, saben mucho.



Aunque usaba un flotador deslizante de poco gramaje para una pesca con caña boloñesa, el aparejo sobrecargado en peso, con una pequeña lagrima en el fondo, parecía que intuían que el escaso empuje hidroestático que tenían que ejercer sobre la pequeña boya para hundir su antena, les delataba una evidente y clara señal de peligro. De hecho, tras sacar las dos primeras carpas, peces que rondaban el kilo de peso, sus picadas eran más tenues y menos decididas que las de los carpines capturados anteriormente.

Los tres centímetros de antena que sobresalían del agua, en ninguna de estas dos ocasiones, los habían llegado a hundir en su totalidad.

 Caía la tarde, el frío aire se hacia notar, el aire aparecía con rachas suaves pero calaban la espesa ropa, dos carpas más pequeñas entraron al cebo, haciendo una similar picada que las anteriores.

 Una pequeña carpa que se desanzueló en la orilla, acabó con la última de mis lombrices, que fue el único cebo que en el día de hoy me había dado resultado. 

 Probando después, insertando alguna larva de gusano en el anzuelo, parece ser que no fue de su gusto y acabaron con mi empeño y ganas,

El resultado de la tarde, siete bonitos ciprínidos que me hicieron disfrutar de la tarde pescando y utilizando una caña de pesca de una de las técnicas más olvidadas, (en muchos casos mal interpretadas), complicadas y difíciles si cabe de realizar, pero atractiva, técnica, fiable y bonita como ninguna. 
   
La pesca al corrido, una de nuestras técnicas de pesca que forma parte de nuestra historia, de nuestro pasado y presente, utilizada en torrentes, (pesca al tiento) ríos y pantanos, nuestra... "pesca del país", de siempre, pura y legendaria, técnica de maestros, andarríos de los que utilizaban la ova, gusarapas, santamontes y la hormiga alada como cebo y como no, la casi olvidada hogaza de pan, para el cebado en corrientes, hoy en día en su evolución, llamada, pesca a la boloñesa.